¡Rejas abiertas, Estado ausente!
- Ysmael Tasayco
- 3 may
- 2 Min. de lectura
El 19 de junio de 2013, el país amaneció conmocionado con la fuga del penal de Lurigancho de Carlos Timaná Copara, Lindomar Hernández Jiménez —alias "Puerto Rico"— y otros peligrosos internos. Aquella operación dejó en evidencia la precariedad del sistema penitenciario. Pero también algo más grave: la facilidad con que se busca culpables sin sustento, solo para calmar a la prensa y justificar el fracaso del Estado.

En ese contexto, asumí la defensa del técnico PNP Guido Guevara, uno de los seis policías injustamente procesados por supuestamente facilitar la fuga. El caso estuvo a cargo del entonces fiscal Domingo Pérez, hoy apartado del Ministerio Público. Pese a la presión mediática y al peso institucional del Ministerio Público, jamás pudo demostrar la culpabilidad de mi patrocinado. Al final, todos los policías fueron absueltos, y la justicia confirmó lo que desde el inicio era evidente: no había pruebas, solo una necesidad política de hallar responsables.
Doce años después, vuelvo a ver con estupor que nada ha cambiado. Hace pocos días, un nuevo interno se fugó de Lurigancho, y ahora, seis menores escaparon del centro juvenil Maranguita. Esta vez, sin lugar a dudas, hay complicidad: seis funcionarios del INPE han sido detenidos. Lo que antes se especulaba, hoy se constata.

¿De qué ha servido el tiempo, la tecnología, los escándalos previos? El Estado sigue reaccionando tarde, improvisando medidas, mientras los penales operan como puertas giratorias. La ciudadanía ve cómo se repite el guion, pero ya ni se sorprende. La impunidad ha dejado de ser la excepción: es la norma.
Como abogado litigante y testigo directo de esa historia, lo afirmo sin titubeos: cuando las rejas están abiertas por dentro, el problema no son los presos, sino el Estado que sigue fallando. Y mientras eso no cambie, las fugas no serán errores, sino síntomas de un sistema que se escapa de sus propias responsabilidades.