The New York Times: la influencia real en Perú va más allá del presidente; Jerí, en el centro de la duda
- owenvalencia20
- 27 oct
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Un análisis de The New York Times, basado en las reflexiones del investigador Will Freeman, sugiere que la identidad del presidente ya no garantiza un viraje claro en las políticas públicas. En su artículo de opinión, “Perú muestra cómo las democracias mueren incluso sin dictador”, Freeman advierte que la influencia real en el gobierno proviene de una coalición difusa de actores políticos vinculados a redes de corrupción, más que de un único líder.
Para el investigador, la investidura de José Jerí como jefe de Estado no necesariamente traerá cambios sustantivos para el país. En sus palabras, “quién ocupa la presidencia importa cada vez menos” en un contexto en el que el poder decisorio se desplaza hacia una red de influencias que opera en las sombras del aparato público. Freeman cita a figuras de primer plano en la escena política peruana —Keiko Fujimori, líder de Fuerza Popular; José Luna Gálvez, fundador de Podemos Perú; y Vladimir Cerrón, líder de Perú Libre— como actores con capacidad de moldear las políticas desde fuera de la estructura oficial.
El texto analítico enfatiza que la presión de calle y las protestas contra el crimen organizado no se han apagado tras la vacancia de Dina Boluarte, sino que persisten debido a la sensación de que el cambio de liderazgo no alterará la configuración de poder real. En ese marco, la seguridad ciudadana se entrelaza con la erosión de libertades fundamentales, algo que Freeman describe como un proceso gradual pero significativo.
Entre las libertades que el análisis considera en jaque figuran la posibilidad de trabajar sin coacción, denunciar actos de corrupción o delitos oficiales sin represalias y transitar por la ciudad sin temor a la violencia o extorsiones. Freeman advierte que no hacer falta una dictadura para ver mermar la democracia: la ausencia de límites efectivos al poder puede generar un “gobernante sin restricciones” cuyo manejo de los poderes públicos debilita garantías básicas.

El sociólogo propone, además, que el fenómeno no es exclusivo de Perú. Varias democracias latinoamericanas —entre ellas Brasil, Colombia y México— enfrentan una dinámica en la que la libertad pública se deteriora cuando el Estado no contiene a actores privados depredadores —narcotráfico, tráfico de personas, explotación ilegal de recursos— y cuando funcionarios mantienen relaciones con esos actores. En su lectura, el “poder paralelo” emerge como una realidad institucional: actores y redes que no están plenamente integrados al Estado, pero que tampoco quedan al margen del poder.
Freeman subraya que la crítica no se trata de equiparar el sistema peruano a regímenes autoritarios clásicos. Más bien, describe un mosaico de fuerzas que, al combinarse, generan un entorno en el que la democracia se ve erosionada desde dentro: una coalición de facilitadores políticos y financieros que, sin necesidad de manipular elecciones de forma ostentosa, condiciona las políticas públicas y la tutela de derechos fundamentales.




