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Paro de transportistas sacude Lima y Callao: Buses detenidos, quema de llantas y rutas colapsadas

  • owenvalencia20
  • 6 oct.
  • 3 Min. de lectura

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El paro de transportistas intensificó sus acciones en Lima y Callao, con un fuerte foco de protesta en San Juan de Lurigancho (SJL). Conductores de la línea San Sebastián, conocida popularmente como “La 50”, iniciaron una movilización que incluyó el bloqueo de la entrada principal de SJL y una caravana con destino al Congreso de la República. Mientras el tráfico público se ve en gran medida afectado, en las calles de la capital se rigen por un pulso entre demanda de seguridad, necesidad de desplazarse y la presión de las autoridades para restablecer la normalidad.


La marcha de La 50, que recorre la avenida Central, demuestra el enojo de los gremios ante lo que señalan como inacción gubernamental ante la delincuencia y la inseguridad que, según los conductores, afecta directamente a sus familias. En una declaración para un medio local, un chofer afirmó: “Tenemos familias y queremos regresar a casa bien; nadie quiere regresar en un cajón o estar en un hospital y el Gobierno no hace nada. Nosotros mismos tenemos que luchar contra la delincuencia”.

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En Carabayllo, la jornada mostró un tenor más áspero. El kilómetro 24 de la avenida Túpac Amaru fue el centro de un enfrentamiento entre manifestantes de la empresa “Emptonsa” y la Policía Nacional. Los bloqueos afectaron ambos carriles y se registró la quema de llantas, con el uso de buses de la empresa “El Rápido” para obstaculizar el tráfico. La intervención policial dejó a una mujer herida de cabeza durante la reyerta, según testigos presenciales citados por medios regionales. A lo largo de la mañana, se reportó la detención de al menos una persona, mientras otros manifestantes arrojaban objetos para intentar frustrar la acción policial.

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La huelga de transporte ha llevado a cambios sustanciales en la movilidad cotidiana de miles de ciudadanos. Muchos residentes han tenido que adaptar sus rutas, y algunos optan por caminar largas distancias o pagar tarifas elevadas a vehículos informales. En contraste, el tren ha emergido como una alternativa relativamente estable frente a los caóticos flujos de buses y taxis.


La Estación María Auxiliadora se convirtió, por su parte, en un punto crítico: usuarios, al verse sin transporte terrestre, acudieron masivamente al tren, generando colas que se extendían por pasillos y andenes y que, para muchos, representaron una improvisada reorganización de la movilidad en la ciudad.

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Con el Metropolitano también se vivió una dinámica de parálisis y reanudación desigual. La Autoridad de Transporte Urbano (ATU) había anunciado la suspensión de servicios en varias estaciones (Universidad, Los Incas y Chimpu Ocllo) desde temprano, pero la reapertura ha llegado con retrasos de hasta 20 minutos por recorrido en algunos tramos. Solo ciertos alimentadores permanecieron suspendidos por el bloqueo en el Óvalo Canta Callao.


Mientras tanto, algunas compañías, como Etsibosa, decidieron mantener operaciones a pesar del paro, trasladando a pasajeros a través de rutas como la que cruza el Puente Atocongo. En la misma línea, algunas unidades y colectivos informales comenzaron a captar usuarios en la misma ruta, con tarifas que rondaban parcialmente los 6 soles para destinos cercanos, revelando la fragilidad de las alternativas de movilidad ante un paro de gran envergadura.

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El panorama educativo local no quedó al margen: varias universidades de Lima anunciaron clases virtuales para este lunes para evitar riesgos de traslado. Instituciones como USIL, la Universidad de Lima, la UNI y la URP decidieron migrar a plataformas online, mientras que otras –como la Universidad del Pacífico– mantuvieron ciertas actividades presenciales con flexibilidad en eventuales retrasos. Este dinamismo subraya la interacción entre tensiones laborales y logísticas y su impacto en la vida cotidiana de la ciudad.


En suma, el paro de transportistas continúa marcando el pulso de la ciudad: calles dominadas por cortes, humo de llantas quemadas y una narrativa de protesta que invita a un diálogo entre actores sociales, autoridades y conductores para buscar soluciones que eviten mayores interrupciones y garanticen la seguridad de todos los involucrados.

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