Latinos en Chicago reducen actividades ante amenazas migratorias.
- owenvalencia20
- 17 sept.
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Chicago vive una tensión creciente entre la comunidad latina y las autoridades migratorias, alimentada por el temor a posibles redadas y a la eventual intervención de la Guardia Nacional. En el barrio de Pilsen, conocido por su concentración latina, la actividad cotidiana se ve afectada por la ansiedad que generan los anuncios del presidente de Estados Unidos sobre futuras operaciones de control migratorio.
Francisco Arriaga, director musical de la Iglesia Católica San Pablo, en la misma zona, organiza cada semana una cena en el sótano del templo. Sin embargo, recientemente ha observado que el aforo se ha reducido notablemente: “Normalmente tendría el doble de mesas preparadas, pero solo tres personas vinieron a nuestra última reunión”, afirmó a la agencia AFP. El descenso de la asistencia va más allá de una simple disminución de la participación en liturgias; también se percibe en la actividad comercial de la avenida Cermak Road, la arteria principal de Pilsen.
“Todos tienen miedo, no solo los indocumentados”, señaló Arriaga, quien subrayó la importancia de registrar los hechos con teléfonos móviles para documentar lo que sucede. En su visión, el clima de desconfianza podría convertirse en una herramienta para que el actual gobierno afiance políticas más duras en el futuro.
El concejal Byron Sigcho-Lopez advierte que la estrategia de Trump podría buscar normalizar el miedo a la población inmigrante, generando un efecto de “susceptibilidad” en otros grupos. Aunque la detención masiva de personas bajo ICE no ha ocurrido de manera contundente en Chicago, la preocupación persiste. “Donald Trump está provocando, esa es su estrategia”, afirmó.
La ciudad de Chicago, con alrededor de 2,7 millones de habitantes, alberga a más de 800.000 personas que se identificaron como hispanas o latinas en el censo de 2020. Se estima que unas 150.000 personas en la ciudad viven en situación migratoria irregular, lo que representa aproximadamente el 8% de los hogares.
Entre los testimonios más elocuentes, aparecen historias de familias que, pese a ser ciudadanas estadounidenses, han cambiado hábitos por la posibilidad de arrestos arbitrarios. Eric y Jessie Ruiz, hermanos de Pilsen, señalan que la preocupación por sus mayores, como su padre de más de 70 años, influye en su día a día. “Lo tengo presente constantemente. Me preocupa mi padre”, dijo Eric. Su declaración refleja el temor que siente gran parte de la comunidad ante la incertidumbre legal y social.
Profesores, músicos y jóvenes fueron testigos de escenas que estremecen. Mike Oboza, cantante de un club nocturno, relató haber presenciado un arresto reciente de ICE y describió la sensación de haber quedado “paralizado” ante la posibilidad de no poder volver a cantar. El profesor Robert Pape, de la Universidad de Chicago, advierte que la ciudad podría transformarse en un “polvorín” si la tensión continúa, subrayando la necesidad de un mensaje público de no violencia y de mantener la calma.

A pesar del miedo, la gente continúa caminando por las calles y participando en protestas, como la promovida por Vanessa Escobar, estudiante universitaria, quien señaló que es esencial que la comunidad se escuche: “Lo que Trump ha estado haciendo es aterrador”. En medio de la incertidumbre, algunas iniciativas comunitarias buscan mantener la cohesión social y defender derechos básicos, como el derecho a la libre expresión y la seguridad individual.
Para muchos residentes, la prioridad es vivir su vida diaria sin perder de vista la realidad; la ciudad y sus comunidades latinas tratan de equilibrar la necesidad de seguridad con la defensa de sus derechos civiles. En este contexto, se mantiene un llamado a la calma, a documentar los hechos y a asegurar que las políticas migratorias se apliquen de forma respetuosa y conforme a la ley.




