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Hacker InkaRoot: “Tenemos en la mira a más objetivos, incluida Dina Boluarte”

  • owenvalencia20
  • 10 sept.
  • 3 Min. de lectura
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La identidad detrás del alias InkaRoot sigue envuelta en un velo de sigilo, pero sus mensajes y las filtraciones difundidas desde el grupo Deface Perú han dejado claro que el alcance de las revelaciones sobre la Dirección de Inteligencia de la Policía Nacional del Perú (Dirin-PNP) va mucho más allá de simples documentos filtrados. EnkaRoot, que se describe a sí mismo como un nacionalista peruano con una mirada crítica hacia la corrupción y la gestión institucional, sostiene que su actividad se fundamenta en un hacktivismo orientado a promover la justicia, la transparencia y una gobernanza más responsable.


La entrevista autorizada con el equipo de La República ofrece un retrato de un actor que rechaza las etiquetas de “genio solitario” o “figura de ficción” y que asegura llevar una vida cotidiana, alejada de cualquier glamour tecnológico. En su visión, la seguridad cibernética del Estado peruano presenta vulnerabilidades significativas que, según afirma, podrían ser explotadas por actores tanto internos como externos. La publicación de más de 2 GB de documentos confidenciales vinculados a la Dirin-PNP ha desatado un debate intenso sobre el alcance de la vigilancia estatal, el control de recursos y la protección de periodistas y opositores.


Entre los hallazgos disponibles, InkaRoot señala que la elección de la Dirin-PNP como objetivo respondió a una evaluación estratégica: unidad clave de control y vigilancia sobre actores de la prensa y disenso. El objetivo, sostiene, no era solo exponer posibles abusos, sino dejar en claro la fragilidad de las defensas digitales de las instituciones estatales y la necesidad de reformas estructurales en ciberseguridad. En sus palabras, “escogimos la Dirin-PNP porque era una unidad clave… un blanco fácil; queríamos demostrar lo vulnerables que están nuestras instituciones frente a ataques cibernéticos”.


La conversación con La República también aborda el componente ideológico y político del hacktivismo. El entrevistado afirma dedicarse a esta práctica para contrarrestar la corrupción y la indiferencia de las élites, buscando un país más justo y transparente. No obstante, se autodefine como un nacionalista de derechas, una nota que añade complejidad al debate sobre motivaciones y métodos en el ciberespacio peruano. Sobre el impacto humano de las manifestaciones y la vida de quienes perdieron la vida en el marco de la protesta, InkaRoot señala que esas muertes significaron un factor decisivo que impulsó su decisión de involucrarse en el hacktivismo.


En el terreno técnico y estratégico, el discurso de InkaRoot resalta su visión de la ciberseguridad como un terreno de batalla para la vigilancia y la rendición de cuentas públicas. Asegura que la publicación de las filtraciones no busca desestabilizar por placer, sino demostrar de forma contundente las debilidades estructurales y la necesidad de controles más estrictos, así como de una mayor transparencia en la gestión de recursos y decisiones políticas.


Las respuestas de la PNP y de autoridades como el ministro Juan José Santiváñez, frente a estas revelaciones, han oscilado entre versiones que minimizan el impacto y declaraciones que reconocen preocupaciones sobre seguridad. El fenómeno de DirinLeaks ha puesto sobre la mesa preguntas críticas: ¿qué tan preparada está la ciberseguridad del Estado para defender documentos sensibles? ¿Qué salvaguardas existen para periodistas, denunciantes y ciudadanos frente a intrusiones y vigilancia indebida?

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En este marco, InkaRoot sostiene que su objetivo no es presentar un retrato de héroe ni de villano, sino convocar a la ciudadanía a exigir verdad y justicia, a través de la exposición pública de actos cuestionables y de prácticas de supervisión que, en su lectura, requieren revisión y corrección. “Mi motivación es que el pueblo conozca la verdad sobre la corrupción y la vigilancia; no me interesa lo que digan los medios”, afirma, enfatizando que la acción individual debe traducirse en una conversación colectiva sobre el rumbo del país.


Con el paso de las semanas, el debate se ha expandido: más voces, más análisis y más cuestionamientos sobre si la seguridad cibernética responde a estándares modernos o si, por el contrario, las defensas estatales siguen siendo una vulnerabilidad que podría afectar a otros sectores, más allá de las agencias de inteligencia. La pregunta central, al cierre de este reportaje, es si estas filtraciones obligarán a cambios estructurales en la política de ciberseguridad y en los mecanismos de rendición de cuentas, o si quedarán como un episodio más en la historia de la vigilancia y la protesta digital en el Perú. Fuente: La República

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