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EE. UU. intensifica vuelos cercanos a Venezuela

  • owenvalencia20
  • 26 nov
  • 3 Min. de lectura
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En una nueva muestra de poder militar, dos bombarderos estratégicos estadounidenses B-1 Lancer ejecutaron este lunes un vuelo que pasó a unos 70 kilómetros de la costa venezolana, dejando al descubierto la delgada línea que separa la exhibición de fuerza de una escalada en el Caribe. Según datos de seguimiento de vuelo y observaciones independientes, las aeronaves volaron en proximidad a la zona costera del país, rodearon las islas La Tortuga y Margarita y luego se retiraron de las aguas de la región.


El despegue de las aeronaves se produjo poco antes de las 6:30 am, hora del Este, desde la Base Aérea de Grand Forks, en Dakota del Norte. Tras aproximadamente nueve horas de patrulla, las aeronaves reaparecieron frente a la costa venezolana, manteniéndose en un corredor cercano a la línea de costa y a la altura de Maiquetía, el aeropuerto que sirve a Caracas. El recorrido mostró a las naves volando paralelas a la costa y, en momentos, rodeando las islas caribeñas de La Tortuga y Margarita, antes de desvanecerse de los radares civiles.


El punto más cercano al territorio continental venezolano situó a las aeronaves a una distancia de 36 kilómetros de la costa del estado Falcón, y a unos 70 kilómetros de Maiquetía y 80 de Caracas. Informes de seguimiento señalan también acercamientos a unas 35 kilómetros de La Tortuga y Margarita, distancias que subrayan la precisión de estas maniobras como señal de disuasión.


En Caracas, CNN identificó la presencia de múltiples sistemas de defensa aérea en la capital, incluido un número de lanzadores de misiles tierra-aire de fabricación rusa Buk-M2E, observados en el principal aeropuerto militar conocido como La Carlota. Sin embargo, las fuentes señalan que las aeronaves permanecieron fuera del alcance de estos sistemas, basándose en datos de fuente abierta y en guías militares estadounidenses. Testigos en la ciudad indicaron que no se escuchó activación de defensas aéreas durante la jornada.


Los B-1 Lancer, diseñados para misiones de gran alcance y capaces de portar una amplia variedad de armamento, fueron producidos por Boeing y entraron en servicio en 1985. Su versatilidad y alcance intercontinental les permiten operaciones prolongadas con reabastecimiento en vuelo, lo que ha convertido a estos bombarderos en una pieza clave de la capacidad de proyección de EE. UU. en zonas estratégicas.


Este vuelo representa el segundo episodio de este tipo en menos de una semana sobre la región de la FIR (zona funcional de información de vuelo) de Venezuela, una superficie bajo control de tráfico aéreo venezolano que cubre el espacio aéreo del país. El registro de seguimiento indica que, en un incidente anterior, otro B-1 realizó una incursión breve, acercándose a unos 80 kilómetros del territorio continental.

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No es la primera vez en los últimos meses que EE. UU. envía bombarderos a esta región. En octubre, dos bombarderos B-52 se acercaron a los 213 kilómetros de la costa venezolana y a 86 kilómetros de la isla La Orchila, parte de las dependencias federales de Venezuela y base militar. Estos movimientos se dan en un contexto de tensiones crecientes entre Washington y Caracas, que se han visto intensificadas desde mediados de agosto, cuando EE. UU. desplegó una fuerza militar significativa en el Caribe con el argumento de luchar contra los cárteles de la droga y garantizar rutas seguras para el tráfico.


El Gobierno de Estados Unidos ha enfatizado que sus despliegues buscan disuadir y demostrar la capacidad de respuesta ante amenazas a la seguridad regional. Caracas, por su parte, sostiene que la presión militar es una operación para forzar un cambio de régimen y denuncia la intervención como una violación a su soberanía. A este intercambio de afirmaciones se suma la presencia de otros elementos de la fuerza de tarea desplegada en la región, incluyendo buques de guerra—destructores, cruceros, submarinos y naves de asalto—así como un contingente de infantería de marina y cazas furtivos F-35 destinados a Puerto Rico. El portaaviones nuclear USS Gerald R. Ford completó la formación, uniéndose al despliegue para realizar operaciones coordinadas en el Caribe y América Latina.

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