Cayó 'El Monstruo', pero la violencia en buses continúa: tres ataques en dos horas dejan choferes heridos.
- owenvalencia20
- 25 sept
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La captura de Erick Moreno Hernández, alias “El Monstruo”, parecía prometer un giro en la lucha contra el crimen organizado. Sin embargo, la ciudad de Lima amaneció con un recordatorio contundente: la violencia contra el transporte público no cesa. En menos de dos horas, tres ataques a unidades de transporte dejaron un chofer fallecido y dos heridos, en un escenario que mantiene a la ciudadanía en alerta y a las autoridades bajo escrutinio.
El primer hecho ocurrió en Independencia, a la altura de la estación Naranjal, en la zona de Tahuantinsuyo. Una unidad de la empresa Nueva América, ya blanco de ataques previos, recibió disparos cuando circulaba con pasajeros. El conductor recibió un impacto en la zona abdominal y murió en el lugar; los pasajeros quedaron en shock y fueron auxiliados por transeúntes hasta la llegada de los servicios médicos.

Imágenes tomadas por testigos muestran al conductor aferrándose la cabeza y esperando ayuda, mientras los equipos de emergencia lo trasladan al hospital. A pesar de la captura anunciada de “El Monstruo”, este primer episodio refleja que la impunidad de los sicarios no ha sido cortada y que las redes de extorsión continúan operando en silencio.
Poco después, en San Juan de Lurigancho, un segundo ataque dejó a una autoridad de seguridad y a un pasajero heridos cuando un bus de Transporte Huáscar fue interceptado en la avenida Wiesse, cerca de Mariátegui. Las condiciones de las víctimas no han sido esclarecidas a esta hora, y los hospitales estatales reportan atención de emergencia en curso.
Horas más tarde, en la misma localidad, otra unidad de la línea 57 recibió impactos de bala en la zona de Las Flores. Aun con el pánico de los ocupantes, no se reportaron víctimas mortales, pero la experiencia traumática quedó grabada en las personas que vivieron aquellos minutos de violencia.

La detención de “El Monstruo” ha generado una oleada de preguntas entre la ciudadanía: ¿sirve capturar a un cabecilla si sus operadores mantienen el control de las acciones violentas? ¿Qué más deben hacer el Gobierno y la Policía para garantizar rutas seguras para trabajadores y usuarios? ¿Qué medidas preventivas se están implementando para evitar nuevos episodios similares?

La situación subraya la fragilidad del sector transporte ante la extorsión y la violencia, y expone el dilema de las empresas: continuar operando bajo amenazas o paralizar servicios y dejar a miles de personas sin movilidad. Mientras tanto, la ciudad clama por respuestas claras, protocolos de seguridad reforzados y una coordinación más eficaz entre las fuerzas del orden y los transportistas para restablecer la confianza de los usuarios.




